Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 22 de junio de 1883
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 138, 3299-3300
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1883-1884

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Ya sabía yo, Sres. Diputados, que así que sonara el clarín de combate por la izquierda, habían de aparecer las guerrillas de la lucha por la derecha; para pensar así, no hay más que recordar lo que es, lo que ha sido y lo que será siempre el Sr. Romero Robledo: batallador (El Sr. Romero Robledo: Ha hablado en nombre del partido conservador.) Su señoría lleva ahora, y lleva con mucha honra, la representación del partido conservador; ciertas cosas no se hacen sin la representación de sus amigos, y mucho menos estando ahí, porque de cualquier manera lo hubiera hecho S. S. personalmente, y le acomoda más al partido que lo haya hecho en representación de sus amigos; pero debo decir al Sr. Romero Robledo que en vez de alardear tanto de defender, de sostener las instituciones, que por palabras más o menos inconvenientes no corren peligro alguno, debiera S. S. practicar más y hablar menos, impidiendo que los ataques, impidiendo que los principios de difamación de ciertas instituciones arrancasen del seno de su partido (Grandes rumores en la minoría conservadora); que quizá esa atmósfera de que se queja el Sr. Moret, y de que todos debemos quejarnos, se ha creado antes que en ninguna parte en el seno de vuestro partido. (El Sr. Romero y Robledo: Eso no es exacto)

De periódicos que tienen gran importancia en vuestro partido, de uno de los órganos más importantes de vuestro partido ha nacido la primera idea, de la cual tomaron pie periódicos de otros partidos. (Protestas en los bancos de la minoría conservadora. -Un Sr. Diputado: Que se traiga ese número del periódico.) Me alegro de que ahora protestéis contra eso. (Varios señores Diputados de la minoría conservadora: Siempre.)

¿Qué ha pasado aquí? Pues ha pasado que el señor Portuondo, cuya conducta no juzgo, dijo en el curso de su peroración que desde no sé qué fecha hasta la infausta fecha de la restauración habían ocurrido tales y cuales cosas.

Contra esas palabras se levantó a protestar el señor Ministro de la Guerra. (El Sr. Romero Robledo: Al día siguiente.) Primeramente llamó la atención del señor Portuondo el Sr. Presidente, y después protestó el Sr. Ministro de la Guerra cuando pudo, y a mi juicio cuando debió hacerlo. Claro está que para los republicanos podía no ser fausta aquella fecha, ojalá que los republicanos no digan más frases de que algunos monárquicos no hubieran dicho cosas más importantes y más graves. (Sr. Romero Robledo: Estos monárquicos no han dicho nada.) Lo han escrito. (Varios señores Diputados: Tampoco.) Yo refrescaré la memora del Sr. Romero Robledo. Creo que algunos periódicos que pasan por órganos del partido conservador han dicho cosas más graves que las palabras del Sr. Portuondo.

Pues qué, la publicación de sueltos de que han tomado base ciertas fábulas indignas, ¿no es más grave, mucho más grave que lo dicho por el Sr. Portuondo? ¿No es más grave, mucho más grave lo dicho por algunos de vuestros periódicos?... (El Sr. Silvela: Aquí no se puede hablar de periódicos) ¡Ah! Es muy fácil venir aquí a alardear de defensores de instituciones que luego de una manera indirecta y directa, pero de una manera indigna se atacan en la prensa.

En vez de venir aquí a hacer esos alardes, debíais venir a protestar contra las insinuaciones malévolas e indignas de alguno de vuestros periódicos. (Protestas en la minoría conservadora. -El Sr. Esteban Collantes: Se ha protestado en la prensa, y los periódicos ministeriales no han copiado la protesta.) No había necesidad de protestar hoy contra esas palabras del Sr. Portuondo, que encontraron la oportuna protesta sin necesidad de vuestras excitaciones. Ya la había hecho el Sr. Ministro de la Guerra; ya tenía conocimiento el Gobierno de que la protesta iba a salir de otro lado, y al Gobierno le convenía que de otro lado saliera, y la esperaba. Si mayor correctivo hubiera sido necesario, lo hubiera impuesto el Sr. Presidente; ya le impuso el que debió imponerle.

Y ya que estoy de pie, debo decir a mi amigo el Sr. Moret que no me extraña que tratándose de asun- [3299] tos de guerra S. S. vea batalla próxima. Yo no veo ninguna, a no ser que el Sr. Moret y sus amigos la quieran iniciar. Yo no encuentro necesidad ninguna de la batalla, y es más, no hallo conveniencia en la batalla. El Gobierno no ha hecho nada para provocarla, pero el Gobierno no hará nada para rehuirla. Si el señor Moret cree conveniente a los intereses de la libertad, a los intereses del partido liberal iniciar la batalla, venga la batalla; el Gobierno está dispuesto a sostenerla cuando se quiera plantear; pero protesto desde ahora y aseguro que entrará en ella con pena, aunque se siente seguro de la victoria. (Muy bien, muy bien, en los bancos de la mayoría.) [3300]



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